• Cerca de un millón de personas en España sufren la enfermedad de Alzheimer (EA) aumentando significativamente en los últimos años.
• Los factores de riesgo que podrían desencadenar la enfermedad son genéticos y derivados de otras patologías como hipertensión arterial o diabetes.

• La prevalencia de la enfermedad del Alzheimer (EA) en personas entre 65 y 70 años es de un 1%, duplicándose cada 5 años. Curiosamente a partir de los 90 disminuye por factores genéticos relacionados a mayor longevidad. 

En los últimos años y, sobre todo en los últimos lustros, se ha producido un aumento significativo de los pacientes afectados por la enfermedad de Alzheimer (EA). Esto no solo es debido a un diagnóstico más precoz, sino también al envejecimiento de la población siendo la prevalencia de la EA en personas entre 65 y 70 años de un 1%, que se va duplicando cada 5 años, así a los 70 será del 2%, a los 75 del 4% a los 80 del 8 % y a los 85 del 16%. Curiosamente a partir de los 90 disminuye por factores genéticos relacionados a mayor longevidad.

“El diagnóstico debe hacerse mediante un especialista, un neurólogo. Será la persona que sabrá interpretar si las quejas de pérdida de memoria o no encontrar la palabra exacta son debidos a un inicio de deterioro cognitivo por la EA o a otra dolencia” dice el doctor Antonio Yusta Izquierdo, neurólogo de HLA Dr. Sanz Vazquez. “Para que se consideren patológicas estas alteraciones deberán alterar las actividades instrumentales de la vida diaria como cocinar, fallos en el trabajo, etc.  Los síntomas más habituales son “fallos” en la memoria, dificultad para mantener una conversación, olvidar cómo se hacían trabajos que la persona antes realizaba sin dificultad. En personas de más edad pueden comenzar con tristeza e incluso agitación” incide el especialista.

Nuestro estilo de vida, influye

En los últimos años se han encontrado factores de riesgo, como la carga genética. Tener un familiar de primer grado (padres o hermanos) incrementa el riesgo de padecer la enfermedad, pero aumenta más el riesgo de sufrirla, el tener hipertensión arterial y diabetes. “Se ha demostrado que estas dos últimas, producen alteraciones en los vasos de pequeño tamaño del cerebro que van a favorecer la aparición de los síntomas de demencia. Por tanto, un estilo de vida que evite estos factores de riesgo cardiovascular es muy importante para prevenir la EA. También mantener la mente activa va a retrasar los síntomas de la EA si esta se produce. Cuanto más “reserva cognitiva”: leer, realizar crucigramas, participar en debates, estudiar, hacer ejercicio físico habitualmente (el baile ha demostrado mejorar la capacidad cognitiva) etc. más conexiones neuronales tendremos (sinapsis) y más se retrasarán los síntomas” asegura el Dr. Yusta.  

El papel del cuidador

El cuidador es pieza fundamental en el cuidado y el manejo del enfermo con EA, durante toda la evolución de la enfermedad y sobre el que recae el mayor peso humano y económico del cuidado. “Por todo lo anterior hay que cuidar al cuidador. Es muy importante que pueda descansar todos los días, al menos varias horas, y que se pueda encargar del paciente otra persona u otra institución como los Centros de Día o Servicios de Estancias Diurnas. Hay una célebre frase que dice: ” la EA destroza el cerebro del paciente y el corazón de la familia”. Para que esto no ocurra el cuidado debe repartirse. El cuidador debe tener tiempo para ella/él. Si no es así, es muy frecuente la aparición de síntomas como la ansiedad, depresión, autoabandono, cansancio, irritabilidad, etc.; lo que va a redundar en un peor cuidado al paciente y una mayor tensión familiar” aconseja el neurólogo. 

Evolución de la EA

Al inicio las quejas pueden ser muy variadas: tener dificultad para recordar eventos importantes, perderse por lugares conocidos pero poco habituales, mayor dificultad para comprender una lectura o utilizar   utensilios que antes manejaba sin dificultad. “No hay que confundir estos síntomas con estados de mayor ansiedad y nerviosismo que nos dificulta la concentración y que no tienen nada que ver con la demencia” asegura el doctor del HLA de Guadalajara. 

En una segunda fase puede comenzar a tener dificultades para saber la fecha exacta, orientarse en lugares más habituales y para recordar el nombre de familiares. “No puede recodar lo que le ha sucedido hace pocos minutos, pero sí puede conservar la memoria autobiográfica y recordar hechos que han pasado hace varios años. En esta etapa puede haber trastornos de conducta como agitación y agresividad verbal hacia los cuidadores. También suelen pasarse las noches despiertos y dormir más durante el día” dice. 

En un tercer estadio el paciente está desorientado temporal y espacialmente y tiene mucha dificultad para hilar frases y comunicarse verbalmente. 
En una última fase el paciente ya no puede hablar y está, la mayor parte del tiempo, callado y se olvida de caminar presentando infecciones de repetición, sobre todo respiratorias.  

“El órgano que se afecta en la EA es el cerebro, sobre todo, las regiones de la memoria (el hipocampo) y las que traducen las señales sensitivas y las dan un sentido (comprensión del lenguaje o de lo que vemos), las llamadas áreas de asociación de la corteza cerebral. También se ha observado que los pacientes con EA suelen adelgazar, sin que se sepa actualmente por qué” concluye el Dr. Yuste.