• La Dra. Paula Giménez asegura que hay personas que requieren un periodo de adaptación que puede durar varios días o incluso semanas

• La adaptación al horario de invierno es un proceso más fácil para las personas que el cambio en primavera al sumar una hora al sueño.


• Realizar el cambio de forma progresiva nos ayudará a adaptarnos de una forma natural a la nueva situación sin sufrir mayores consecuencias  

Este fin de semana tendremos que atrasar los relojes una hora para ajustarlos al horario de invierno. Un cambio que según la Dra. Paula Giménez, responsable médico de la Unidad de Sueño de HLA Vistahermosa, “requiere un periodo de adaptación que puede durar varios días o varias semanas, dependiendo de cada persona”.

La población española se ha manifestado recientemente en una encuesta pública a favor de mantener todo el año el horario de verano. Sin embargo, los especialistas alertan sobre los riesgos de tal cambio, ya que la luz es el elemento clave en la regulación de nuestro ciclo de sueño, de tal forma que”si recibimos más luz por la tarde-noche, estamos retrasando la producción melatonina, la hormona que nos induce el sueño”.

Mantener el horario de verano significaría que amanecería más tarde, especialmente en invierno. En zonas del oeste peninsular amanecería alrededor de las 10 de la mañana, con el consecuente efecto negativo en el inicio de jornada, pues no estaríamos lo suficientemente despiertos.

Según la doctora Giménez “lo que realmente optimiza nuestro descanso es recibir luz al inicio de la mañana y dejar de recibirla por la tarde, sincronizando así nuestro ritmo con la cantidad de luz y favoreciendo que por la noche tengamos sueño”.

La Dra. Giménez asegura que la propuesta de mantener el horario de verano responde únicamente a criterios económicos. “El sector de empresas de ocio es el que más se vería favorecido por este cambio, al disponer de más horas de luz al final de día”.

Los efectos que estos cambios de horario pueden originar son de sobra conocidos: cansancio, fatiga, irritabilidad, depresión, etc. Según la Dra Giménez, el cambio que experimentaremos este fin de semana, es más llevadero para nuestro organismo que el de primavera, que alarga las horas de luz y hace que nos cueste más dormir.

Hay medidas que pueden atenuar los efectos negativos del cambio de horario. Por ejemplo, llevar a cabo el cambio de forma progresiva en vez de esperar al domingo. Esto permitiría una mejor adaptación durante el fin de semana. También se puede adelantar el horario de las comidas, el deporte, etc para ir sincronizando las conductas lógicas de comportamiento en base al nuevo horario. Como recomendación, la Dra. Gimenez asegura que lo óptimo sería adaptarnos a un horario de alimentación más europeo comiendo alrededor de las 12-13 y cenando a las 18-19 horas.