Rocío Bueno, Coordinadora de Nutrición de Grupo HLA

Según la OMS la hipertensión arterial (HTA), es un trastorno en el que los vasos sanguíneos soportan una tensión alta de manera persistente pudiendo dañar estos vasos y poniendo en peligro nuestro estado de salud. Las cifras a partir de las cuales se considera HTA serían cifras iguales o superiores a 140 mmHg en tensión sistólica  y mayores o superiores a 90 mmHg en diastólica.

Según la Fundación Española del corazón, en el diagnóstico de esta patología se debe de tener en cuenta lo siguiente: No produce síntomas (se conoce también como “la enfermedad silenciosa”), aumenta el riesgo a partir de los 40 años y existe cierta predisposición familiar.

Tanto la OMS, como otros organismos nos alertan del peligro que conlleva esta patología que muchas veces, debido a que no presenta síntomas, es infradiagnosticada. Enfermedades coronarias, ICTUS, Accidente cerebrovascular, problemas renales o muerte prematura son algunos de los riesgos asociados a padecerla.

Lo más importante es que estamos tratando una patología que en muchas ocasiones sería evitable, con medidas activas de prevención y con un diagnóstico correcto de la misma. 

A continuación nombramos los factores nutricionales a tener en cuenta para evitar esta enfermedad, así como durante su tratamiento:

  • Peso
    • El exceso de peso provoca un aumento en las cifras de tensión arterial. En individuos que padecen exceso de peso, la manera más eficaz de bajar las cifras de tensión arterial es reducir el mismo.
    • Además cabe destacar en este punto, que mantener un peso adecuado previene la HTA y es una patología que está asociada con sedentarismo, que a su vez tiene relación con el peso.
  • Alimentación
    • El incremento en el consumo de fibra puede contribuir a la prevención de la HTA.
    • Debemos reducir el consumo de grasas saturadas para aumentar el consumo de grasas monoinsaturadas y poliinsaturadas por su relación directa con una protección frente a enfermedades cardiovasculares.
    • La reducción en el consumo de sodio está directamente relacionada con un descenso en los niveles de tensión arterial. Una reducción en el consumo  entre 2 y 2,4 g/día se asocia con una menor incidencia en enfermedades cardiovasculares,
    • Con niveles adecuados de minerales como potasio, zinc, calcio, magnesio, cobre y manganeso podemos prevenir la HTA y en caso de padecerla ayudar a un control de la misma. Esto es aplicable a un mantenimiento de niveles adecuados de antioxidantes en nuestra dieta.
  • Alcohol
    • El consumo de alcohol está relacionado con un aumento del peso y como consecuencia con patologías como la HTA, la diabetes mellitus y el síndrome metabólico, entre otras. 

¿Qué pautas debemos seguir para prevenirla o para tratarla?

    • Alimentos de origen integral asegurarás, junto con frutas y verduras, un correcto aporte de fibra.
    • Base de la alimentación frutas, verduras y hortalizas ayudaras a conseguir los minerales de los que hemos hablado anteriormente.
    • Aceite de oliva virgen extra como fuente de grasa principal.
    • Aumento en el consumo de pescado frente al de carnes. 
    • Cocina casero con técnicas culinarias sencillas.
    • Modera el consumo de sodio.
    • Asegura el aporte de calcio en la dieta. Si no es con productos lácteos utiliza otros alimentos de origen vegetal y combínalo con vitamina D.
    • Evita alimentos procesados, mejor casero y sin etiqueta.
    • Bebe agua con las comidas.
    • Aumenta el consumo de frutos secos.
    • Realiza ejercicio físico diario. Evita el sedentarismo.

¿Dónde encontramos los nutrientes recomendados?

Nuestra fuente de fibra puede ser las frutas, verduras y hortalizas, los frutos secos, las legumbres o los cereales de grano integral.

Los ácidos grasos poli y monoinsaturados debemos buscarlos en frutos secos, pescados azules, aceite de oliva virgen extra o semillas (sésamo, chía, pipas de calabaza…).

EL calcio lo encontraremos en lácteos y derivados, en pescados enlatados o, en alimentos vegetales como las legumbres, las verduras de hoja verde, los frutos secos, el sésamo,… Debemos acompañar su consumo de un aporte adecuado de vitamina D que podremos conseguir con exposición a la luz solar o en la dieta con el consumo de huevos, pescado azules o hígado.

Lácteos y derivados, frutas, legumbres, verduras y hortalizas, cacao o semillas pueden ser fuente de minerales como el magnesio, el zinc o el fósforo entre otros.

¿Qué debemos evitar consumir entonces?

Debes evitar todos aquellos alimentos que no sean naturales y que desplacen a los mencionados anteriormente. El consumo de grasas hidrogenadas o saturadas,   alimentos con azúcares añadidos, exceso de sodio en la dieta…  son perjudiciales. Lo importante es ser conscientes de que debemos evitar alimentos procesados ya que suelen contener grandes cantidades de grasas poco saludables, de azúcares y de sodio entre otros.

Este tipo de alimentos contribuyen además de a una incorrecta educación nutricional, ya que influyen de manera negativa en la palatabilidad potenciando en exceso los sabores y su perfil nutricional incrementa el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares.